Hola Laica:
he
puesto en contacto contigo tan pronto como he recibido tu carta, en la que me
pedías desesperadamente ayuda. No había tenido noticias tuyas hasta el momento
lo que me hizo pensar que estarías llevando una vida satisfactoria, al calor de
un hogar que colmara todas tus necesidades. Ya he comprobado que me equivoqué.
Al
contrario de lo que a ti te ha pasado, yo puedo decir que he sido muy
afortunada. Tengo una madre, un padre e incluso unos hermanos postizos que me
tratan como si fuese una más de la familia. No me dejan ni un instante sola en
casa, me llevan a todos aquellos lugares a los que ellos van. Me tratan como a
una muñeca de porcelana que temen ver partirse en mil pedazos al tocar el suelo
con un fuerte impacto.
Ya sé que
después de contarte todo esto estarás pensando que ha sido de la Melva que
conocías, aquella con la que has compartido los primeros años de vida, que era
independiente y evitaba todo contacto humano. Podrás comprobar que sigo siendo
la misma, solo he aprendido a ser agradecida y cuando alguien te cuida y te
mima tanto, lo mínimo que puedo hacer es responderle del mismo modo, mostrando
gratitud y alago.
Me he
extendido demasiado alejándome del motivo por el que escribo esta carta, de
todo esto y más podremos hablar más adelante. Necesitas mi ayuda y ha llegado
el momento de devolverte todos esos favores que has hecho por mí en el pasado.
Te has portado siempre como la hermana que eres, mientras yo no siempre he sido
así. Quizás mi carácter más distante ha hecho que en ocasiones te tuviese
descuidada. Ahora no puedo soportar pensar en todo lo que debes de estar
pasando, necesito tenerte a mi lado lo antes posible.
He decido
abandonar mi hogar unos días para ir a buscarte. Soy consciente del dolor que
causaré con mi ausencia, pero ahora mi prioridad eres tú. Comprenderán el
porqué de mi marcha cuando regresemos las dos juntas, con un futuro a cuestas
cargado de esperanza y satisfacción.
Después de
dos días de investigación, en los que apenas he conseguido pegar ojo, di
localizado tu paradero. En unas horas partiré hacia tu encuentro y si todo sale
tal y como lo preparé mañana a la hora de comer nos reuniremos. Ahora lo único
que te pido es que seas fuerte y aguantes un poco más. Sólo nos separan unas insignificantes
horas que bien podríamos comparar con una estrella en la inmensidad del
universo. Juntas podremos retomar o incluso mejorar la vida que llevábamos hace
dos meses.
Hasta
ahora hermana